El modelo de Gilb establece una jerarquía entre 4 atributos de un sistema: capacidad de trabajo, adaptabilidad, disponibilidad y utilizabilidad. La medida de estos atributos se puede dar entre ciertos límites que son aceptables para el usuario. El objetivo de la medición es identificar los atributos que se encuentren en niveles críticos y establecer cuáles son esos niveles para cada atributo.
Capacidad de trabajo:
Mide la capacidad natural del sistema para realizar su trabajo. Se compone de tres sub-atributos:
- Capacidad de almacenamiento: mide la facultad del sistema para almacenar unidades de información de un determinado elemento predefinido.
- Capacidad de proceso: mide la facultad de procesar cierta cantidad de datos por unidad de tiempo.
- Capacidad de respuesta: mide la habilidad para reaccionar ante un evento.
Adaptabilidad:
Es la medida de la capacidad de un sistema para ser cambiado adecuadamente. Se divide en los siguientes sub-atributos:
- Improbabilidad: mide la eficiencia al hacer pequeñas adaptaciones, cambios y mejoras al sistema.
- Extensibilidad: mide la facilidad para añadir nuevas características a un sistema existente.
- Transportabilidad: mide la facilidad para trasladar un sistema de un entorno a otro.
Utilizabilidad:
Es la medida de la facilidad con que la gente será capaz y estará motivada para usar el sistema en la práctica.
Se divide en los siguientes sub-atributos:
- Requisitos de entrada: mide los requisitos humanos para alcanzar éxito en el aprendizaje y manejo del sistema.
- Requisitos de aprendizaje: mide los recursos necesarios (principalmente el tiempo) para alcanzar cierto nivel de habilidad con el sistema.
- Habilidad de manejo: mide la productividad neta en el tiempo con el nuevo sistema.
- Complacencia: mide el grado en el que los usuarios están contentos con el sistema.
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